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Actualidad Noticias | 9 retos para afrontar el envejecimiento de forma saludable

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La población mundial envejece de forma acelerada: en 2050, una de cada seis personas tendrá más de 65 años. Este fenómeno plantea importantes desafíos en distintas dimensiones de la sociedad (medicina, servicios, vivienda, protección social, familias, etc.) para garantizar el bienestar de las personas mayores. Para afrontarlos, es necesario entender que el envejecimiento es un proceso biológico y psicológico que está determinado por un contexto socioeconómico y cultural, y que, por lo tanto, debemos encontrar respuestas desde una perspectiva transversal.

Expertos y expertas de distintos ámbitos de conocimiento de la UOC (genética, neurociencia, geriatría, cuidados, comunicación digital, política y bienestar social, etc.) han identificado nueve retos contemporáneos en torno al envejecimiento activo y saludable. Son profesores y profesoras que este año participan en el ciclo de seminarios Los retos del envejecimiento: una mirada interdisciplinaria a la vejez, organizado por los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, con el apoyo del eHealth Center.

Frenar el ritmo del envejecimiento

En España, entre los años 1999 y 2019, la esperanza de vida de los hombres ha pasado de 75,4 a 80,9 años, y la de las mujeres de 82,3 a 86,2 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En el futuro, ¿será normal vivir más de 110 años? ¿Esto supondrá una mejora de la salud en la vejez o simplemente significará vivir más años en un estado de salud deteriorado? El profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y profesor de la Universidad de Leicester, Salvador Macip, experto en cáncer y envejecimiento, busca responder a estas preguntas.

«Sabemos que el envejecimiento es inevitable, pero todavía no sabemos por qué unas personas envejecen peor que otras y qué hace que los órganos vayan degenerándose progresivamente con el tiempo. Cada vez vamos descubriendo más detalles de las bases biológicas del envejecimiento y de los cambios moleculares y celulares que definen los procesos relacionados con la edad», explica Macip.

Para este científico, el reto es entender todos estos aspectos para poder manipularlos en el futuro. En este sentido, Macip, junto con otros investigadores internacionales, ha diseñado unos anticuerpos para destruir células viejas y frenar el envejecimiento. Además, actualmente está implicado en una investigación para averiguar si el ayuno intermitente retarda el envejecimiento en mujeres posmenopáusicas.

Revertir la fragilidad y retrasar la discapacidad

El 10 % de las personas mayores de 65 años son frágiles», señala Marco Inzitari, experto en geriatría y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC. «A pesar de ser relativamente autónomas, las personas mayores pueden ralentizarse, pueden disminuir de peso de forma involuntaria o pueden perder memoria, entre otros. La fragilidad aumenta el riesgo de sufrir acontecimientos adversos de salud, como caídas, demencia en el futuro próximo o discapacidad», añade.

Para Inzitari, también investigador del Parque Sanitario Pere Virgili y del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR), el reto es revertir la fragilidad y retrasar la discapacidad ante el envejecimiento acelerado de la población. La forma de hacerlo es seguir esta fórmula: practicar ejercicio físico, mantener una dieta saludable, cuidar el sueño, revisar la medicación (para que realmente sea la que corresponde) y fomentar las relaciones sociales. «La ciencia demuestra que con esta fórmula se puede lograr el reto y, desde el Parque Sanitario Pere Virgili y el Instituto Catalán de la Salud, hemos aportado evidencias de que es posible implementar estas intervenciones de forma estable e integrada con los recursos de la comunidad, con el programa +Ágil Bcn, que aporta una mejora sostenida de la función física de las personas mayores», añade.

Conseguir un envejecimiento saludable del cerebro

Actualmente, el estudio del sistema nervioso y de los mecanismos responsables de las enfermedades mentales y neurológicas se ha convertido en una prioridad de diferentes políticas científicas tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos. Han surgido proyectos internacionales muy importantes, como por ejemplo la Brain Initiative o el Human Brain Project. Para Diego Redolar, neurocientífico de la UOC, la salud cerebral es una pieza clave para mantener las capacidades cognitivas, para prevenir enfermedades neurológicas y para minimizar el impacto en caso de que se den. «Mantener el cerebro en buenas condiciones es imprescindible para promover una salud integral del organismo y, por lo tanto, conseguir una buena calidad de vida», señala.

Identificar las variables que velan por una buena salud y un buen envejecimiento del cerebro es muy importante. Entre estas variables, Redolar, que es investigador del Cognitive NeuroLab y profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, destaca sobre todo el hecho de minimizar el estrés, tener una buena calidad del sueño, practicar ejercicio físico, hacer entrenamiento cognitivo y actividades mentales a lo largo del ciclo vital, y disponer de apoyo social.

Combatir la soledad y la gerontofobia

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el aislamiento social y la soledad entre las personas mayores están generalizados. Entre el 20 % y el 34 % de las personas mayores en Europa, Estados Unidos, América Latina y China se sienten solas. La soledad no deseada es uno de los mayores riesgos para el deterioro de la salud de las personas, y un factor determinante que favorece su entrada en riesgo o situación de dependencia. «Es una nueva forma de maltrato y de abandono en la sociedad actual, a la que hay que unir la falta de cuidados en el entorno familiar e institucional», alerta el experto en envejecimiento, política y bienestar social de la UOC, Daniel Rueda.

La prevalencia del maltrato en las personas mayores a escala mundial ofrece cifras preocupantes, según datos recogidos por las denuncias de la gente mayor y por los profesionales: en torno al 15,7 % en el ámbito comunitario y en torno al 64,2 % en el institucional. Para Rueda, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, una forma de abordar estos problemas es formar a los profesionales en la detección de la gerontofobia y concienciar a la ciudadanía en la prevención.

Poder vivir en un «hogar»

El 82 % de la gente mayor de España manifiesta que quiere envejecer en su casa, según datos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). «Esto muestra que aunque envejecer en la propia casa es un aspecto muy importante para las personas mayores, existe también el riesgo de que esto no siempre sea posible», apunta el investigador del grupo Care and Preparedness in the Network Society (CareNet) del IN3 de la UOC Lluvi Farré. En muchos casos, quedarse en casa no es una solución, porque las viviendas no se adaptan a las necesidades de los cuidados de la gente mayor o pueden acabar transformándose en «jaulas de oro» de las que no pueden salir, y por lo tanto, desvincularse de la comunidad. El propio hogar puede convertirse en sinónimo de aislamiento y soledad no deseada.

«Hay que pensar y desarrollar propuestas y alternativas que eviten el desarraigo de las personas mayores de su entorno y permitan mantener intacto el derecho a decidir sobre la propia vida, ya sea allí donde han vivido toda la vida o en un sitio nuevo. Sobre todo, hay que ofrecer alternativas que permitan a la gente mayor seguir llamando ‘hogar’ el lugar donde viven», explica Farré. Ante esto, ya han aparecido algunas respuestas que intentan aportar soluciones en este sentido, como el senior cohousing, que aparece como una alternativa comunitaria para vivir la vejez de forma autogestionada, con servicios compartidos y apoyo entre iguales.

Los cuidados dignos, tanto para las personas mayores como para las personas cuidadoras

La tecnología juega un papel cada vez más importante en el cuidado de las personas, especialmente en las personas mayores: teleasistencia domiciliaria, dispositivos de rastreo, todo tipo de apps y también robots de compañía y cuidadores, nuevas arquitecturas de viviendas y residencias etc. Según Daniel López, professor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, estas tecnologías están transformando la organización de los cuidados, pero normalmente buscan reducir o externalizar sus costes.

«No está claro de qué manera ayudan a dignificar y dar valor al trabajo de cuidados tanto por las personas que los reciben como por las personas que los dan. Éste sigue siendo un trabajo feminizado, que no genera derechos, que empobrece y disminuye la salud de las personas que la hacen, y que se da en condiciones precarias. Asimismo, estas condiciones hacen que no se vele por los derechos de las personas mayores a decidir cómo quieren vivir esta etapa de la vida, y por tanto cómo quieren ser cuidadas», explica López, investigador principal del grupo CareNet.

«Es imprescindible situar el derecho a los cuidados dignos y la dignificación de los cuidados en el centro de la política pública. La tecnología debe contribuir de forma decidida y efectiva. Para ello debemos cambiar la manera de entender y diseñar la tecnología. No puede ser que el argumento tecnológico sea la reducción y externalización de los costes del trabajo de cuidados», reivindica el investigador.

Abordar el edadismo y las desigualdades digitales

La discriminación por edad o edadismo se manifiesta a través de distintos estereotipos y prejuicios de la sociedad sobre la gente mayor. «Existe una idea generalizada sobre el envejecimiento y la digitalización que no le hace ninguna justicia a este colectivo. Estos mitos nos perjudican como sociedad y crean estereotipos que dificultan la comprensión de las necesidades específicas de la gente mayor», afirma Mireia Fernández-Ardèvol, experta en comunicación digital y gente mayor.

La experta, investigadora principal del grupo Communication Networks & Social Change (CNSC) del IN3 y profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, explica que, por ejemplo, las estadísticas oficiales europeas sobre la vida digital no incluyen a las personas mayores de 75 años, por lo que es difícil analizar completamente las prácticas digitales de la gente mayor.

En España, el porcentaje de personas mayores que utilizan banca en línea no llega al 40 %, una cifra muy inferior al 65 % de la media de la población en general. «La pandemia y la reestructuración del sector han acelerado el cierre de oficinas y cajeros, además de la digitalización intensiva del sector bancario. La reducción tan drástica de la atención presencial tiene un efecto desigual que, comparativamente, afecta más a las personas mayores», asegura. «Si bien una posible solución del problema es contribuir a reforzar las competencias digitales de la población que resulta digitalmente discriminada, otra es reconocer y hacer efectivo el derecho a disponer de canales alternativos al digital en todos los servicios básicos», remarca.

Combatir el «tecnooptimismo»

La tecnología no siempre es buena para todo. Para un 35 % de la población de España, internet es principalmente un entorno negativo, ya sea porque no facilita la socialización, porque no permite escapar de la rutina diaria o porque no simplifica la vida. «Las personas mayores a menudo levantan la voz contra el ‘tecnooptimismo’ imperante, tanto en la esfera privada como en la pública», comenta Andrea Rosales, investigadora del grupo CNSC del IN3 y profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.

La experta en gente mayor y TIC argumenta que son un colectivo que ayuda a reflexionar sobre las utopías que plantean las nuevas tecnologías. La solución no siempre es que las personas se digitalicen. «La sociedad debería prestar más atención a la opinión de la gente mayor sobre cómo estamos haciendo evolucionar la sociedad, devolverlos el lugar del sabio que tiene mucho por compartir y reflexionar», señala. Hoy en día, la gente mayor no se queja siempre porque no sepan utilizar la tecnología, sino porque consideran que hay ciertos valores y principios que son más importantes. «Prefieren una carta de restaurante en formato papel a una de digital, obtenida a través de un código QR, porque, más allá de las molestias de leer el menú en una pequeña pantalla, el proceso de acceder y abrirla interrumpe una posible conversación», comenta Rosales.

Ofrecer y garantizar oportunidades de aprendizaje y formación de calidad a lo largo de la vida

El derecho a la educación, la formación y el aprendizaje permanente está en el principio 1 del Pilar Europeo de Derechos sociales. En coherencia, la Unión Europea, en el ámbito de la educación, establece la necesidad de facilitar una educación y formación de calidad para todos. «Para hacerlo posible, es necesario dotarnos de un marco normativo y económico, las instituciones adecuadas, profesionales formados, y una oferta de calidad. Sólo así se podrán establecer las condiciones que darán respuesta a las necesidades educativas y garantizarán las posibilidades de acceso de la persona en los distintos momentos vitales», explica Eulàlia Hernández, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación e investigadora principal del grupo PSINET de la UOC.

«La formación a lo largo de la vida es un aspecto directamente relacionado con la salud y la calidad de vida de las personas», señala la experta. “Existe una amplia oferta formativa (cursos organizados por centros y equipamientos locales, programas universitarios oficiales, etc.) dirigidos únicamente a las personas mayores, ¿es esto lo que se necesita? ¿Cómo damos respuesta a las personas mayores y activas que buscan un desarrollo personal y participar en su comunidad de forma significativa?”, concluye.

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