Estas son las principales conclusiones de un meta-análisis de estudios realizado por investigadores alemanes del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano y de la Universidad de Manheim y que ha sido publicado hoy en la publicación especializada Obesity Reviews.
Para llevarlo a cabo los autores han analizado 57 estudios que incluían un total de 203.706 participantes procedentes de todo el mundo. Los científicos analizaron la relación entre las comidas familiares y el estado nutricional de los niños, utilizando mediciones del Índice de Masa Corporal (IMC), el número de porciones de fruta y verduras consumidos por día y la ingesta de refrescos azucarados, comida basura y snacks salados. Los resultados ofrecieron un IMC y una dieta mucho más saludable en niños que comían frecuentemente en familia, independientemente de la edad y el país de procedencia.
Para Patricia Guzmán, coach personal y creadora del Método Ancla, un sistema pionero en España para adelgazar basado en la motivación y el amor propio, los resultados de este estudio demuestran “la importancia de la forma de comer al enseñar a los hijos a alimentarse de forma saludable”.
Guzmán acaba de desarrollar un método de coaching personalizado para enseñar a comer bien a los niños españoles. Este sistema se basa en la importancia de desayunar, almorzar y cenar en familia y se centra en cómo comer antes de en qué comer.
Una de las actividades que la experta recomienda mediante este nuevo método es jugar a hacer preguntas con los niños sobre los alimentos que están comiendo. Preguntas sobre quién adivina más ingredientes del plato que están consumiendo, tratar de distinguir sabores y formas o averiguar para qué es saludable ingerir determinados alimentos.
Por otra parte, implicar a los hijos en la elaboración de los alimentos es otra de las actividades recomendadas. “Es una forma de apreciar y entender el proceso de la comida que ayuda a los niños a valorar más lo que comen y que capta su atención”, explica Guzmán.
Y esta coach personal también aconseja en su método tratar de identificar las razones que llevan a un niño a odiar o no gustarle un determinado alimento. “Preguntar si es el sabor, color o textura lo que no les gusta es un modo eficaz de encontrar una alternativa o solución”, afirma la especialista.
No utilizar la comida para recompensar o castigar
Por último, otro punto clave para ayudar a que los niños adopten hábitos saludables por parte de los padres es no utilizar la comida para recompensar o castigar. “El postre no es un castigo ni un premio. Es un alimento parte de su nutrición. Amenazar o recompensar con comida es un error”, concluye Guzmán.
Tanto el estudio llevado a cabo por los investigadores alemanes como el método de coaching de Patricia Guzmán inciden en un hecho fundamental: el comportamiento y la psicología desempeñan un papel fundamental en los hábitos alimenticios de los más pequeños.
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