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José Ramón García-Soláns. Farmacéutico.

Los cambios de estación nos recuerdan que nuestro cuerpo lleva sus propios ritmos: “La primavera la sangre altera” y estamos agitados, y cuesta más conciliar el sueño, y se nos cae el pelo, y nos entra la alergia, y estamos más cansados… El otoño nos prepara para los rigores del invierno, también se cae el pelo, cambia otra vez nuestro ritmo de sueño y vigilia. Al menos no aparecen las alergias.

Bueno, todo tiene remedio, así que vayamos por partes (como decía Jack el destripador) que en botica tenemos de todo. Empecemos con el no dormir.

El sueño representa casi un tercio de las horas de nuestra vida, tiene una función reparadora de órganos y tejidos, es el momento en que nuestro hígado sintetiza el colesterol, se fijan los recuerdos y conocimientos en el cerebro, se reponen las reservas energéticas de los músculos… Vamos, que es muy importante dormir bien.

Para dormir bien hay que mantener una adecuada higiene del sueño: acostarse más o menos a la misma hora cada día, no haber tomado café en las horas previas (aunque hay quien no duerme sin café), no haber fumado previamente (mejor no fumar nunca), tener un lugar de reposo cómodo, silencioso, oscuro y a la temperatura adecuada.

“SÍ, TODO ESO LO CUMPLO. ¿Y POR QUÉ NO DUERMO BIEN?”

Nos cuesta conciliar el sueño porque no hemos desenganchado de la actividad, porque estamos preocupados, porque tenemos metida a fuego una idea en la cabeza, por el estrés. La solución más fácil es recurrir a un inductor del sueño; la pasiflora es el más natural, pero muchas veces se queda escaso, se puede recurrir entonces a la Doxilamina que es un fármaco antialérgico que adormecía tanto, tanto, que se emplea más para dormir que para quitar los picores. Tanto con uno como con otro no hay resaca al día siguiente, ni habituación, ni dependencia. Si no basta con su uso… hay que recurrir al médico.

A veces el problema no se soluciona induciendo al sueño, uno está cansado pero no consigue conciliarlo por el estrés, los nervios… Para aplacarlos se puede contar con la valeriana, la melisa y el lúpulo. Tres plantas que, correctamente usadas, nos pueden ayudar.

¿Cómo se usan correctamente? Pues usando extractos estandarizados, sabiendo la dosis que tomas. Puede que la raíz de la planta de valeriana que tenemos en el huerto calme tanto los nervios como la cápsula, pero eso será por casualidad. Los laboratorios que la comercializan se esmeran en ofrecer un producto eficaz, seguro, avalado por el Ministerio de Sanidad. El GABA (ácido gamma aminobutírico) es la molécula que da sus propiedades al extracto de raíz de valeriana. La raíz es la parte de la planta que más aceite esencial y más GABA contiene. El GABA es un aminoácido (no proteico, por eso casi nunca se le incluye en la clasificación de aminoácidos) que actúa como principal neurotransmisor inhibidor en el sistema nervioso central y tiene un importante papel regulador en la síntesis de melatonina.

La melatonina es una hormona que se secreta en muchos órganos y en el cerebro y que regula nuestro ciclo sueño-vigilia, que de recién nacidos producimos en buena cantidad, pero con los años vamos fabricando menos. Por eso los bebés duermen tanto y los mayores mucho menos.

Para fabricar la melatonina necesitamos reposo y oscuridad. El momento máximo de secreción se encuentra entre las dos y cuatro de la mañana mientras dormimos. Si no hay oscuridad, o no dormimos, no hay melatonina, así de sencillo.

“¿QUÉ MÁS HACE LA MELATONINA?”

Hombre, no es la panacea universal, pero es una hormona muy interesante: es el mejor antioxidante de que dispone nuestro cuerpo y no, no es la responsable de que nos pongamos morenos. Algunos le atribuyen propiedades anti-envejecimiento e incluso contra el cáncer, pero eso hay que cogerlo “con pinzas”: no está demostrado.

Su sitio ideal es en el jet lag. Nos toca dormir, pero nuestro cuerpo ha perdido el ritmo. Pues nada: una dosis de melatonina y reajustamos los biorritmos. Dormimos.

“¿Y SI LA TOMO PARA DORMIR SIN MÁS?”

Pues perfecto con un par de condiciones; hay que tomar la dosis con comida como una hora u hora y media antes de acostarse, y no hay que subir la dosis. En este caso más no es mejor. Si usamos dosis altas, más de 2 mg, conseguimos dormir hoy y que mañana la dosis no nos haga efecto. ¿Y eso? Bueno, es bastante técnico, a ver si sé explicarlo: una vez asimilada por nuestro organismo, la melatonina tiene que llegar a unos sitios concretos (los “receptores”) donde se une y los activa, como encender un interruptor on y off, no hay término medio. Si damos mucha dosis el interruptor, el receptor sigue bloqueado hasta que el organismo lo elimina, sí, así de bestia: “como no puedo apagar el interruptor, lo arranco”. Pero ahora el organismo tiene que fabricar otro interruptor, dicho técnicamente “expresar otros receptores”. Y eso le cuesta un rato. Hasta que no estén listos los nuevos receptores la melatonina no volverá a hacer efecto.

Para evitar eso vamos a emplear dosis de entre 1 y 2 mg o la forma retardada de la misma que va a ir liberando de modo lento y continuo la melatonina en nuestro organismo.

“NO, SI YO COJO BIEN EL SUEÑO, PERO EN 3-4 HORAS ME DESPIERTO Y NO LOGRO DORMIRME DE NUEVO”

Eso los psiquiatras lo identifican como síntoma de depresión, pero no hay que correr a por el Prozac®, tenemos herramientas en la botica para abordar la situación sin llegar a mayores. De recomendación: triptófano.

El triptófano es un aminoácido, un componte básico de las proteínas que juega un tremendo papel en el organismo; es precursor de la dopamina y la serotonina. La serotonina es la molécula que los antidepresivos modernos, como el nombrado antes, intentan elevar para combatir la depresión. Y a su vez es precursor de la melatonina, lo cual explica que la bajada de serotonina asociada al estado depresivo genere insomnio*.

El triptófano se encuentra en farmacia sólo o asociado a otras sustancias para ayudar: valeriana, antioxidantes, vitaminas del complejo B, GABA…

Se toma una o dos veces al día, los efectos se empiezan a notar tras una semana y el tratamiento óptimo es aquel que dura al menos dos meses. Después se puede seguir o dejarlo, depende como se sienta uno.

Lo dicho: si no hay alguna patología que cause el insomnio, tenemos unas cuantas alternativas en botica antes de llegar a usar fármacos de prescripción médica:

Si el paciente no consigue conciliar el sueño y no hay estrés, se puede recomendar doxilamina o difenhidramina como fármacos o extracto de pasiflora, buenos inductores del sueño.

Si hay estrés, si la calidad del sueño no es buena, se puede recurrir a extractos de valeriana, de lúpulo o melatonina.
Si el sueño se concilia pero hay despertares nocturnos podemos recomendar la asociación de triptófano con melatonina e incluso GABA.

Y si nada funciona, remitir el paciente al médico con informe de todo lo probado.

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