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Es curioso, pero al llegar la época estival, en un país como España, famoso en todo el mundo por su sol y calor, surgen una serie de problemas debido en parte al sol y calor extremos, que afectan tanto a las zonas costeras con climas cálidos, muy húmedos y sofocantes donde veraneantes se exponen al sol en las horas de más calor (12.00-18.00 horas), como en zonas de interior con climas cálidos, secos y deshidratantes. Principalmente se ven afectados lactantes, niños, ancianos, enfermos crónicos y trabajadores expuestos a trabajos físicos al sol, entre otros.

Debido a estas circunstancias, a nuestras oficinas de farmacia acuden constantemente casos de personas que han sufrido insolaciones, mareos, deshidrataciones, pérdidas de consciencia debido al calor, e incluso casos muy graves como los golpes de calor que pueden conducir a la muerte del individuo; por ello es importante distinguir el estadio de la persona que acude a la oficina de farmacia. Somos la primera línea asistencial y por ello nuestro consejo debe ser siempre el más adecuado, más cercano y empático, antes de derivar a un centro de salud u hospital en caso de requerirlo.

 

¿Cómo distinguir los conceptos “insolación”, “deshidratación” y “golpe de calor”?

Los seres humanos mantienen la homeostasis del medio interno en la temperatura corporal de 36.5°C a 37°C, y lo hacen a pesar de las fluctuaciones de las temperaturas externas. Cuando hay temperaturas externas altas el organismo responde por el sudor, que es un proceso en el que las glándulas sudoríparas producen humedad, que enfría la piel a medida que se evapora; esta es la principal fuente de pérdida de calor cuando el entorno es más caliente que el organismo; sin embargo, en climas muy húmedos (la presencia de humedad en el aire) enlentece la evaporación del agua y disminuye la eficacia de la sudoración. En condiciones normales el exceso de calor va acompañado de sed, ya que nuestro organismo detecta ese calor y tiende a mantener la temperatura corporal adecuada enviando una señal al centro de la sed en el hipotálamo. El problema es que en el anciano, por ejemplo, este mecanismo no funciona correctamente y puede producirse una deshidratación sin que el paciente sea consciente de ello. Nuestro consejo a las personas mayores debe ser:  “¡Beba aunque no tenga sed!”.

La magnitud del trastorno que se desarrolle a causa del exceso de calor dependerá de la gravedad de la disminución de líquidos y sales corporales (electrolitos).

La Insolación se produce tras una prolongada exposición al sol sin protección, y el organismo es incapaz de regular su temperatura interna, que aumenta de forma peligrosa y rápida. Se reconoce por la presencia de fiebre muy alta (>39°C y en algunos casos >40-41°C) con fuerte dolor de cabeza, confusión, sueño, debilidad, astenia, sudoración excesiva (con la consecuente pérdida de minerales), piel con aspecto pálido y sudoroso…

Prevención: siempre se recomienda no permanecer bajo el sol en las horas centrales del día, no realizar deportes, ni trabajos intensos al sol, usar ropa cómoda y holgada con tejidos de algodón, sombreros, gorras y beber agua con frecuencia.

La deshidratación por calor se debe a una pérdida excesiva de líquidos y electrolitos en el organismo. Las altas temperaturas del verano y los cambios de hábitos de los veraneantes suponen un mayor riesgo de deshidratación. El agua es fundamental para el equilibrio del organismo. Es necesario recordar al paciente la conveniencia de ingerir al menos 1,5-2 litros al día. Es importante conocer los primeros síntomas para evitar llegar a una situación de deshidratación grave. Los síntomas son piel pálida y rugosa, sudoración abundante, respiración superficial, cefaleas, vómitos… La temperatura corporal es normal, tensión baja y pulso débil, pupilas normales, sed intensa, poca orina, mucha fatiga, boca y mucosas muy secas, falta de lágrimas, ojos y mejillas hundidas…

Especial cuidado cuando el paciente sea un niño o más aún si es un lactante (o si se observan los pañales secos por más de 4 horas), abdomen hundido, falta de lágrimas al llorar, mucha irritabilidad, frecuencia cardiaca rápida. En el niño es característico que a la piel le falte su elasticidad normal; si le pinzamos en el abdomen por ejemplo, el pliegue tomado regresa muy lentamente a su posición normal, sin embargo, cuando no existe la deshidratación, el regreso a su forma es inmediato.

 

El tratamiento en caso de deshidratación:

Si es una deshidratación leve, el tratamiento más adecuado es rehidratar con suero, ya que además de la pérdida de agua el organismo pierde sales esenciales, principalmente sodio, potasio, bicarbonato de calcio y el fosfato. Destacar los sueros en forma de gelatina, adecuados para personas que tienen dificultad para tragar como, por ejemplo, enfermos de ELA. El suero oral en polvo se prepara con agua previamente hervida o con agua potable embotellada. Normalmente un sobre de suero oral en polvo para un litro de agua, utilizando la cuchara o una jeringa se dará en pequeños sorbos (5 ml) de manera frecuente, nunca dar de un trago forzado ni en una sola vez a un paciente, sobre todo si son niños.

Cuando la deshidratación es moderada, la administración de líquidos se realizará por vía endovenosa y se precisa intervención de los servicios de urgencia médica, por lo que derivaremos al centro de salud. Y si apreciamos una deshidratación severa, se trata de una urgencia médica vital y debemos derivar a un hospital.

El golpe de calor también está producido por el exceso de calor, cuando el organismo interno no es capaz de mantener la homeostasis. El golpe de calor es la patología más grave que afecta principalmente a trabajadores que ejercen su actividad laboral al aire libre en horas de máximo calor, y también a ancianos y enfermos crónicos (diabéticos, hipertensos…).  Está provocado por un mal funcionamiento de los centros reguladores del calor, por ello cada vez se usa más el término estrés térmico. Sus síntomas son piel caliente y enrojecida, cara congestionada, sed muy intensa, cefalea, falta de traspiración (¡no se suda!), dificultad respiratoria, temperatura corporal muy alta e incluso convulsiones, mareos, náuseas, vómitos, calambres musculares, pulso fuerte y contundente, fatiga y malestar, alteración de la conciencia, desmayos, somnolencia acusada… En caso no recibir tratamiento adecuado y urgente puede producirse síncope, colapso generalizado y la muerte.

 

¿QUÉ CONSEJOS DEBEMOS DAR?

  • HIDRATARSE Y BEBER AGUA O SUEROS CON MUCHA FRECUENCIA (AUN SIN TENER SED).
  • COMIDA LIGERA Y FRESCA: FRUTA, VERDURA…
  • NO EXPONERSE AL SOL EN LAS HORAS CENTRALES DEL DÍA.
  • LLEVAR ROPA HOLGADA Y CÓMODA, DE COLORES CLAROS Y TEJIDOS DE ALGODÓN.
  • MOJARSE Y BAÑARSE CON FRECUENCIA.
  • MANTENERSE EN LUGARES FRESCOS Y VENTILADOS.
  • EVITAR BEBIDAS ALCOHÓLICAS O MUY AZUCARADAS.
  • DAR AL LACTANTE PECHO A DEMANDA E INCLUSO OFRECER AGUA O SUEROS.

 

 

Cuidado con los ancianos

La deshidratación comporta un descenso de presión arterial, provoca sensación de cansancio, astenia, y fatiga… que puede llegar a afectar la función nerviosa y cognitiva. Es más acusada en ancianos, produciéndose falta de concentración, merma de la memoria a corto y largo plazo,  problemas de coordinación motora así como del tiempo de reacción y discriminación perceptiva. La desorientación es otro síntoma que suele afectar a las personas mayores, ya que suelen tener el reflejo de la sed alterado.  

 

Cuidado con los diabéticos

En el caso del paciente diabético, el golpe de calor puede llevar a la pérdida de consciencia y es muy importante  distinguirlo de la hipoglucemia. El calor en exceso (superior a los 40°C) afecta  la molécula de glucosa, que se trasforma rápidamente en acetona y aumenta las ganas de orinar, por lo que la deshidratación es más acusada en estos pacientes. En pacientes con diabetes mellitus tipo I, insulinodependientes, el calor provocará una absorción más rápida de la insulina, por lo que es conveniente controlar con más frecuencia los niveles de glucosa, ajustar las dosis y las comidas, y aumentar considerablemente la ingesta de líquidos.

 

Consejo farmacéutico

• Medir la glucosa muy frecuentemente y ajustar las dosis.
• Evitar exponerse a altas temperaturas sobre todo horas centrales del día. Comidas ligeras (mucha verdura y fruta fresca).
• Abundante ingesta de agua y electrolitos (los SRO de farmacia son los más indicados, ya que su contenido en sales y glucosa es el correcto).

 

Cuidado con los hipertensos

El hipertenso en tratamiento antihipertensivo, expuesto a altas temperaturas y que no se hidrata correctamente, tiene altas probabilidades de sufrir una hipotensión, pérdida de consciencia, desmayos…  e incluso sufrir un golpe de calor. Muchos de estos pacientes  toman diuréticos, lo que incrementa la micción y en consecuencia el riesgo de  deshidratación.

En estos casos nuestro consejo es valorado: es muy importante recomendarles sueros que aporten líquidos más los electrolitos necesarios para evitar la deshidratación, o en los casos más graves el colapso y el golpe de calor.

 

Consejo farmacéutico

• Se recomienda al hipertenso controlar con frecuencia la tensión, vigilando una posible hipotensión: astenia, decaimiento, fatiga, deshidratación…
• Prestar especial atención a posibles aumentos de la tensión, enrojecimiento de la cara, palpitaciones o descompensaciones del sistema cardiovascular… que pueden llevar al síncope y que deben derivarse siempre sin tardanza al hospital.
• Otra señal de alarma y de derivación al hospital es una orina escasa y oscura.

 

IMPORTANCIA DE LA HIDRATACIÓN

La pérdida de agua a través del sudor durante la actividad física a altas temperaturas, puede llevar a la deshidratación de los compartimentos de líquidos tanto intracelulares como extracelulares. Esta pérdida depende de la intensidad del ejercicio realizado y de las condiciones ambientales como el exceso de calor ambiental y la humedad. Una deshidratación de tan sólo el 1% del peso puede limitar la habilidad del cuerpo para liberar el exceso de calor corporal producido por la contracción de los músculos, lo que lleva a una elevación de la temperatura corporal hasta niveles altos y peligrosos. También puede aumentar la tensión cardiovascular (elevación desproporcionada de la frecuencia cardiaca) y aparecer la fatiga prematura disminuyendo el rendimiento. Es común que las personas se deshidraten entre un 2%-6% de su peso corporal durante el ejercicio, especialmente en un ambiente caluroso. Todas estas alteraciones se evitan mediante una adecuada ingesta de líquidos antes de la actividad física y una adecuada reposición de fluidos durante y después de la actividad.

Uno de los inconvenientes es que generalmente, durante y después del ejercicio, las personas no consumen tanta agua como la que pierden por sudoración, y la ingesta solamente repone alrededor de dos tercios del líquido perdido.

 

EQUILIBRIO

El organismo está compuesto aproximadamente por 75 billones de células y todas ellas contienen líquido y están, a su vez, bañadas en el líquido que entra y sale de los vasos sanguíneos. Estos líquidos, constituyentes del 56% del cuerpo humano, se distribuyen en dos grandes compartimentos:

• Líquido intracelular (25 l).
• Líquido extracelular, compuesto por los compartimentos vascular e intersticial.

Los líquidos del organismo están formados por tres tipos de elementos: agua, electrolitos y otras sustancias.

En todos los procesos fisiológicos y vitales se mantiene un equilibrio constante. Para ello, nuestro organismo ha desarrollado mecanismos de control y de regulación que mantienen el equilibrio entre compartimentos. Así, la homeostasia se define como el estado de equilibrio en el medio interno del organismo mantenido por respuestas adaptativas ante agresiones externas como el calor excesivo. La composición de los solutos es diferente en el agua intracelular y extracelular. Estas diferencias se deben a que la mayoría de membranas celulares poseen sistemas de transporte que activamente acumulan o expelen solutos específicos. El sodio, calcio, bicarbonato y cloro abundan en los líquidos extracelulares, mientras que el potasio, magnesio y fosfato son intracelulares. La glucosa penetra en la célula mediante transporte activo por la insulina, y una vez en su interior, es convertida en glucógeno u otros metabolitos, por lo que sólo se encuentra en cantidades significativas en el espacio extracelular y las proteínas intravasculares: no atraviesan la pared vascular, creando así una presión oncótica que retiene el agua en el espacio intravascular.

Para una correcta función de la célula es preciso que su medio interno y el medio ambiente que la rodea (medio extracelular) se mantengan con una determinada concentración constante de electrolitos. Ello no quiere decir en ningún caso que se trate de compartimentos estancos, sino que cada uno de ellos está en continuo intercambio, siendo el resultado de ello una composición constante.

La libre permeabilidad de las paredes capilares al agua y a pequeños solutos (Na, K, Cl, Ca, etc.) hace que las determinaciones de las concentraciones en plasma se consideren equivalentes a las del medio intersticial o extracelular en conjunto. El sodio es imprescindible para el mantenimiento de la osmolalidad de los líquidos corporales, mientras que el potasio, calcio y magnesio tienen una importancia vital en la fisiología neuromuscular y hormonal.

La diferencia de composición iónica entre el líquido intracelular y el extracelular se mantiene gracias a la pared celular, que ejerce de membrana semipermeable. Por ejemplo, sodio y glucosa no atraviesan libremente la membrana celular entre estos dos compartimentos.

Cada compartimento difiere en la concentración de solutos debido a que se dan transportes activos específicos. La presión osmótica definida como la suma de presiones parciales ejercidas por cada uno de los solutos que aloja generada en cada compartimento, es proporcional al número de partículas de soluto por unidad de volumen. Esta presión osmótica determina la distribución de agua en el espacio intracelular y el extracelular, de manera que en cada uno de ellos un soluto actuará como determinante principal de la presión osmótica, reteniendo agua.

 

Rehidratación

Consiste en reponer de manera eficaz los líquidos perdidos por sudor y orina. Para ello se tiene que dar un equilibrio hidroelectrolítico. Hay que reponer líquidos sin olvidar las sales.

La OMS advierte de la importancia de re-hidratar con soluciones denominadas SRO cuyo contenido suele ser:

En nuestras farmacias tenemos sueros (SRO) de distintas marcas con esta fórmula o parecida. También tenemos los sueros hiposódicos con la misma fórmula, pero que contienen sólo 1,2 g. de cloruro sódico, y se suele dar a niños. Pero están contraindicados en diabéticos, en personas con obstrucciones intestinales y en personas con insuficiencias renal o cardiaca. Los SRO no deben mezclarse con zumos de fruta u otros líquidos que contengan electrolitos.

Un SRO es la mejor opción disponible porque proporciona justo la cantidad necesaria de agua y electrolitos para mantener el equilibrio electrolítico. Mantiene la hidratación corporal correcta contrarrestando la sudoración excesiva. Dado que el coste de los sueros de sobres preparados no es alto, podemos recomendar tenerlos en casa de forma habitual, especialmente en épocas estivales como medida preventiva. Sobre todo si se tienen a cargo niños, ancianos o enfermos crónicos.

Nunca se deben tomar bebidas que contengan cafeína, teína, taurina u otros excitantes/estimulantes, además de evitar tomar refrescos muy azucarados, como los de cola. La cafeína también es diurética y aumenta la producción de orina, y no es conveniente perder más líquido en un paciente deshidratado.

Las bebidas rehidratantes, isotónicas o deportivas que encontramos en supermercados incluyen dosis bajas en sodio normalmente con formulaciones de cloruro sódico o bicarbonato sódico, azúcar, potasio y otros minerales. No hay que confundirlas con bebidas energizantes o estimulantes. El problema de estas bebidas es que pueden llevar en su composición mayores concentraciones de solutos, lo que entorpece la absorción de agua; para que esto no suceda no deben contener más de un 10% de hidratos de carbono en la bebida. Por eso es mucho más recomendable el suero que encontramos en farmacia.

A veces estas bebidas isotónicas están enriquecidas con minerales que no mejoran la absorción de agua (como magnesio y calcio) o aminoácidos, ya que están formuladas más para reponer las reservas gastadas por el deportista que para hidratar. A veces contienen vitaminas que tampoco tienen efecto sobre la rehidratación. Si son del grupo C y B (hidrosolubles) consumen agua para metabolizarse y excretarse por orina, pero si son vitaminas D y A (liposolubles) resultan muy difíciles de eliminar.  De todas formas, las bebidas isotónicas no suelen contener vitaminas liposolubles.  Ahora bien, tienen saborizantes y conservantes añadidos que sólo sirven para mejorar las propiedades organolépticas. Por otra parte, nunca deben llevar estimulantes ni gas carbónico, pues no rehidratarían.

 

Consejos sobre conservación de medicamentos

Por último se aconseja, en estas épocas estivales, especial cuidado en la conservación de medicamentos, más aún si son termolábiles como insulinas, vacunas o colirios que deben estar debidamente refrigerados. Si se guardan en neveras, hacerlo separados de las paredes de las mismas para evitar la congelación del producto, nunca en congeladores. Además, utilizar neveras portátiles o bolsas isotérmicas para su correcto trasporte siempre acompañados de hielo o bolsas congeladas. Nunca dejar medicamentos expuestos al sol ni dentro de habitáculos cerrados como en el coche.

En general, los medicamentos deben estar en casa en sitios frescos que no superen los 25 grados.

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