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Una hipoglucemia se define como una glucemia inferior a 70 mg/dL en sangre venosa o capilar. Asimismo, todo episodio con clínica típica, que revierte con tratamiento específico, debe considerarse como hipoglucemia, incluso sin que se haya objetivado su nivel glucémico. Las hipoglucemias presentan dos fases. La primera, la fase neurogénica –que puede estar ausente– produce temblor, sudoración, palpitaciones, etc.; la segunda, la fase neuroglucopénica, asociada al déficit de glucosa cerebral, provoca astenia, cefalea, confusión, visión borrosa, etc., pudiendo llegar hasta el coma. Finalmente, hay dos tipos de hipoglucemias: no graves o clínicamente no relevantes y las graves o clínicamente relevantes, en función de que el paciente pueda reconocer la situación por su sintomatología y resolver por sí mismo el episodio, o  que no pueda, incluso llegando a estar inconsciente, y se requiere ayuda de personal sanitario para su resolución. Sin embargo, en un porcentaje significativo, se producen episodios que no producen ninguna sintomatología, pero que conducen a los mismos problemas que cualquier episodio.

Una hiperglucemia simple se define por una glucemia superior a 200 mg/dL sin descompensación metabólica asociada. Habitualmente es asintomática. Si, además, presentan signos de insulopenia, como poliuria, polidipsia, polifagia, pérdida de peso y astenia, el diagnóstico de diabetes es claro.

El objetivo del control de la DM es mantener la glucemia en valores iguales o inferiores al 7% de HbA1c (equivalente a una glucemia plasmática media de 154 mg/dL); sólo en el caso de historia de hipoglucemias graves o complicaciones macro o microvasculares avanzadas, dicho límite puede subirse al 8% (183 mg/dL). Asimismo, el nivel de glucemia plasmática preprandial debería situarse en el rango de 80-130 mg/dL, y el pico postprandial debería quedar por debajo de 180 mg/dL.

Adicionalmente, la presión arterial sistólica/diastólica debería ser inferior a 140/90 mmHg, y los niveles de LDL colesterol, inferiores a 100 mg/dL.). •

 

 

 


¿Hay que pagar para obtener mejores resultados con los
fármacos?

Los beneficios de la administración de estatinas en pacientes con alto riesgo cardiovascular son innegables. Sin embargo, el resultado obtenido dista mucho de ser el esperado, simplemente porque el paciente no llega a tomar el fármaco, bien porque el médico no las prescribe o lo hace con dosis reducidas, o bien porque el paciente abandona el tratamiento. Por estos motivos, unos investigadores de EE.UU. han realizado un ensayo clínico multicéntrico y aleatorizado por clústeres para analizar si la entrega de un incentivo por alcanzar los objetivos terapéuticos sería efectiva para obtener mejores resultados de salud.

Para ello se asignó aleatoriamente a los pacientes a grupos definidos por entregar un incentivo al médico, al paciente o a ambos, o a un grupo control en donde no había ningún incentivo. El estudio se realizó durante 12 meses, con un seguimiento adicional de 3 meses.

La variable principal fue el valor del LDL-colesterol, siendo el resultado principal la variación de dicho parámetro al cabo de 12 meses de seguimiento. La variable secundaria fue la adherencia al tratamiento. Para validar ésta, se entregó a cada paciente el fármaco dentro de un contenedor electrónico, que emitía una señal inalámbrica registrable al abrirse. El objetivo terapéutico fue 100 o 130 mg/dL LDL-colesterol para los pacientes de alto y medio riesgo respectivamente. Los incentivos máximos fueron de 1.022 $ al año para el médico o el paciente; en el grupo de incentivo compartido, dicha cantidad se repartió entre ambos.

El estudio agrupó a 340 médicos y 1.503 pacientes. La reducción del LDL-c en el grupo control fue de 25,1 mg/dL, mientras que, en el grupo de incentivo compartido, la reducción fue de 33,6 mg/dL, en el de incentivo para el médico fue de 27,9 mg/dL y en el de incentivo para el paciente, de 25,1 mg/dL. Sólo en el grupo de incentivo compartido se observó una diferencia estadísticamente significativa respecto del grupo control (diferencia: 8,5 mg/dL; IC95%: 3,8-13,3; p = 0,002). Asimismo, en el grupo compartido hubo mayor porcentaje de pacientes que alcanzaron el objetivo que en otros grupos (49% vs. 40%, 40% y 36% respectivamente). No obstante, las tasas de adherencia fueron disminuyendo en todos los grupos, si bien, el de incentivo compartido mostró la mayor tasa (39% vs. 331%, 34% y 27%).

Los autores concluyen que un incentivo compartido para el médico y el paciente se asoció con una reducción estadísticamente significativa del LDL-colesterol a los 12 meses de seguimiento.•


Asch D, Troxel A, Stewart W, Sequist T, Jones J, Hirsch A et al. Effect of Financial Incentives to Physicians, Patients, or Both on Lipid Levels. A Randomized Clinical Trial. JAMA. 2015;314(18):1926-35..

 

 

Metformina en diabetes tipo 1

La metformina (MET) es el tratamiento inicial de elección en diabetes tipo 2; sin embargo, se han realizado algunos estudios que sugerían una buena eficacia en pacientes con diabetes tipo 1 (D1), pero los resultados no han sido concluyentes. Por ello, investigadores estadounidenses han llevado a cabo un ensayo clínico multicéntrico, doble ciego, aleatorizado y controlado por placebo con el objetivo de evaluar la eficacia y seguridad de MET en adolescentes con D1 (HbA1c: 8,8; DE: 0,75%), elevado IMC (percentil: 94%) y tratados con insulina (1,1 U/kg, DE: 0,2), a los que se asignó aleatoriamente a recibir adicionalmente MET (n: 71) o placebo (n: 69).

El resultado principal, cambio en la HbA1c, fue mayor en el grupo de MET (-0,2%) que en el de placebo (-0,1%) a las 13 semanas de seguimiento, con una diferencia significativa entre ambos (-0,3%; IC95: -0,6; 0,0). No obstante, la diferencia no se mantuvo al cabo de 26 semanas (-0,2% en ambos grupos; dif.: 0%; IC95: -0,3; 0,3), pero la cantidad de insulina administrada se redujo al menos en un 25% desde el inicio, en el 23% de los pacientes del grupo de MET y sólo el 1% en los de placebo. Asimismo, se observó una mayor reducción del IMC en el grupo de MET que en el de placebo (dif.: 17%; IC95: 5; 29). Respecto de la seguridad, se observó una mayor frecuencia de
efectos gastrointestinales en el grupo de MET.

Los autores concluyen que en los pacientes adolescentes con sobrepeso que presenten D1, la adición de metformina no mejoró el control glucémico al cabo de 6 meses, pero mostró una mayor frecuencia de efectos adversos gastrointestinales; por todo ello, los resultados no soportan la recomendación de prescripción del fármaco en adolescentes con sobrepeso con D1..

Libman I, Miller K, DiMeglio L, Bethin K, Katz M, Shah A et al. Effect of Metformin Added to Insulin on Glycemic Control Among Overweight/Obese Adolescents With Type 1 Diabetes:  A Randomized Clinical Trial. JAMA. 2015;314(21):2241-50. 

 

Ángel Sanz Granda
Pharm. D. Consultor científico
angel.s.granda@terra.com
www.e-faeco.8m.net

 

 

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