En el siglo XVII, al tiempo que crecía la demanda de corteza de quina del Perú, el primer tratamiento efectivo contra la malaria, los alicientes para adulterarla también iban en aumento, especialmente por los altos costos de los fármacos originales, sumados a la escasez de los mismos, era el caldo de cultivo para que se originase el crecimiento de estas falsificaciones
La primera vez que se hizo público un caso de medicamentos falsificados fue en la película “El tercer hombre” de Carol Reed en 1948, donde el personaje principal, Harry Lime, interpretado por Orson Welles, traficaba con penicilina adulterada. La película refleja este hecho en la Viena de la posguerra y las consecuencias de su empleo en niños con meningitis, en los que se ocasionó daños neurológicos residuales.
El problema de los medicamentos falsificados se abordó por primera vez a nivel internacional en 1985 en la Conferencia de Expertos sobre Uso Racional de los Medicamentos en Nairobi. La reunión, recomendó que la OMS, junto con otras organizaciones internacionales y no gubernamentales, debería estudiar la posibilidad de establecer un centro coordinador para recopilar datos e informar a los gobiernos acerca de la naturaleza y el grado de la falsificación.
En la 12ª Conferencia Internacional de Organismos de Reglamentación Farmacéutica celebrada en Seúl, en abril de 2006, se acogió con agrado la creación de un Grupo Especial Internacional contra la falsificación de medicamentos conocido con el nombre de IMPACT (International Medical Products Anti-Counterfeiting Taskforce).
A partir de 2008 el grupo IMPACT comenzó a trabajar en forma conjunta con INTERPOL en la lucha contra la falsificación de medicamentos. No fueron pocas las sorpresas, en Asia se detectaron antibióticos, anticonceptivos, y sueros antitetánicos falsificados. La artesanía criminal parece no tener límites. En Egipto fueron sacados de circulación costosos medicamentos falsificados para tratamientos oncológicos y algunos otros destinados a evitar el rechazo de órganos en trasplantes. El veloz crecimiento de este mercado se observa, por ejemplo, en el informe de la Comisión Europea de 2006 sobre intervenciones aduaneras de productos falsificados en la Unión Europea, en el que las intervenciones de medicamentos falsificados se incrementaron un 384% durante el año 2006, con respecto al año anterior. La OMS calcula que el volumen de ventas de los medicamentos falsificados puede representar el 10% del mercado mundial de medicamentos y en algunas zonas en desarrollo puede ser del 25% y hasta un 50%. En los países desarrollados estas cifras descienden hasta el 1% y suele deberse fundamentalmente a partidas de medicamentos que han sido retenidos en las aduanas de los aeropuertos de Hamburgo, Paris, Ámsterdam y recientemente en el año 2011 en los aeropuertos de Madrid, Barcelona y Valencia.
Resulta paradójico que se haya aprobado en España la venta de medicamentos sin receta a través de Internet (Ley 29/2006, de 26 de julio), cuando la mayoría de las organizaciones sanitarias de ámbito internacional alertan del peligro que ello conlleva. En España, donde tenemos la mayor y mejor distribuida red de farmacias y los precios de medicamentos más bajos de toda Europa, la apertura de esta canal de distribución, lejos de favorecer la atención y salud del paciente, provocará una serie de problemas: el fomento del autoconsumo y la automedicación por publicidad encubierta, e incluso abusos, estafas, aparición de mafias y comercio con medicamentos falsificados. Esto es algo que ya está sucediendo en la red en países donde esta actividad es legal e incluso está pretendidamente regulada porque, por la propia naturaleza de su dispensación, el canal de Internet es difícilmente regulable e incontrolable.
El Diario Oficial de la Unión Europea de 1 de julio de 2011 ha publicado la Directiva 2011/62/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 8 de junio de 2011, que modifica la Directiva 2001/83/CE por la que se establece un código comunitario sobre medicamentos de uso humano, en lo relativo a la prevención de la entrada de medicamentos falsificados en la cadena de suministro legal en la UE. Esta nueva Directiva, deberá ser incorporada a los ordenamientos nacionales antes del 2 de enero de 2013. Las técnicas utilizadas por las “farmacias virtuales” son múltiples, entre ellas destacamos el uso de portales de venta de medicamentos y el uso de correos electrónicos masivos, también llamados ‘spam’. Aparecen páginas web que los ofrecen desde fuera de nuestras fronteras y desde dentro; así en 2008, la Agencia Española del Medicamento y la Guardia Civil investigaron 88 paginas web en España por ofrecer medicamentos de dudosa calidad, y entre 2009 y 2010, se investigaron un total de 169 páginas en la Red, y se abrieron 45 expedientes de clausura. Estas investigaciones se realizaron tanto sobre la venta a través de Internet de medicamentos autorizados, como de productos que se presentaron como tal sin serlo, así como sobre páginas que vendían complementos alimenticios adulterados con anabolizantes y medicamentos para la disfunción eréctil.
Estamos ante un problema serio que afecta a muchos países, no en vano, la OMS afirma que «la venta incontrolada de medicamentos a través de Internet es un peligro para la salud pública y un riesgo real para el paciente/usuario». Pero en Internet no tienen cabida las soluciones locales. Las autoridades de varios países han reconocido su impotencia para frenar la nueva cara del comercio electrónico: los «ciberdoctores» que recetan sin reconocer al paciente. No hay duda de que esta nueva rama del comercio electrónico está teniendo un crecimiento imparable, lo que ha suscitado nuevas preguntas sobre ética médica y legislación.
La proliferación de farmacias “on line” que venden de forma ilegal tanto fármacos de prescripción como sustancias prohibidas son dos de los fenómenos que señala la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes en su último informe anual de año 2011, así como la difusión de redes sociales para captar a los clientes más jóvenes. La Junta ha recibido información acerca de más de 12.000 incautaciones de sustancias sujetas a fiscalización internacionales enviadas por correo en el 2010.
Los medicamentos falsificados constituyen un problema de salud pública al comprometer la eficacia y seguridad de los medicamentos, pero además, generan desconfianza en los sistemas de salud y en los profesionales sanitarios y perjudica a la imagen e interés de la industria farmacéutica.•
Álvaro Domínguez-Gil Hurlé
Doctor en Farmacia
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