Fefefarma acoge este año en Barcelona las asambleas generales de Acofarma, Acofar, Asecofarna y Bancofar y lo hace coincidiendo con la celebración de su 90 aniversario.
Corría el año 1928 cuando un grupo de farmacéuticos, que se reunían habitualmente en el Café Terminus de Barcelona, decidieron emprender la aventura de crear la primera cooperativa farmacéutica del Estado. Aunque fue la primera iniciativa de este tipo en prosperar, no fue ni mucho menos la única.
Creada ya Federació Farmacèutica, en sus primeros años de existencia, nuestra cooperativa impulsó o se adhirió a las distintas iniciativas y proyectos que tenían como objetivo promover e impulsar el cooperativismo farmacéutico en el conjunto del país. Así, por ejemplo, con motivo de la Exposición Universal de Barcelona de 1929, ya se celebraron algunos actos para promover dicho espíritu cooperativista. Serían un claro antecedente de las asambleas que tenemos el honor de acoger este año, también en Barcelona.
Creo que tiene interés recordar estos antecedentes históricos, estas raíces del cooperativismo farmacéutico, precisamente para destacar su importancia y su valor. Las cooperativas nacieron en un momento especialmente complicado para el ejercicio de la profesión farmacéutica, para defender sus intereses, y se han ido mostrando, como un actor fundamental en la defensa, fortalecimiento y desarrollo profesional y tecnológico de la farmacia. En los momentos actuales continúan siendo un elemento clave ante amenazas como la creciente mercantilización del sector, la entrada de capitales ajenos con intereses espurios o los intentos de cambiar nuestro modelo de ordenación farmacéutica, alejándolo de los criterios sanitarios. Es incuestionable que haber emprendido ese camino desde los valores comunes, la mutua confianza y la exigencia profesional nos ha permitido progresar colectivamente.
Pero no debemos ver únicamente a las cooperativas como un simple nexo de unión y cohesión de los farmacéuticos desde perspectivas tradicionales más o menos románticas. Con el paso de las décadas, la distribución cooperativa se ha consolidado como un modelo empresarial de éxito, tanto por su excelencia operativa como por su capacidad de innovación.
Fedefarma, y nuestro ejemplo podría hacerse extensivo a tantas otras cooperativas en sus respectivas zonas de influencia, ha obtenido este pasado 2017 unos resultados muy satisfactorios en cuanto a crecimiento de ventas y de cuota de mercado en su ámbito territorial.
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Sin duda, estos resultados son fruto de la confianza y la satisfacción de los farmacéuticos socios hacia el servicio y las aportaciones de valor que les presta la cooperativa. Sin unos resultados tangibles en forma de prestación de unos servicios de calidad y de una estrategia de apoyo para mejorar la rentabilidad de las oficinas de farmacia, el crecimiento empresarial y la obtención de resultados económicos positivos no sería posible.
De cara al futuro más próximo, es esencial para las cooperativas consolidar esta apuesta por una gestión rigurosa y responsable, enfocada al servicio al socio y a la prestación de un servicio ejemplar, puntero tecnológicamente y logísticamente impecable, complementado por todos aquellos valores que ayuden al farmacéutico a crecer profesionalmente, como agente de salud, y económicamente, haciendo que nuestras oficinas de farmacia sean más capaces y eficientes.
Todo ello, asegurando a la vez la defensa de sus intereses desde la posición fundacional irrenunciable del cooperativismo. Reforzar la propia cooperativa y fortalecer las iniciativas comunes, como Acofarma, como todas aquellas que vayan surgiendo en un sector en permanente desarrollo e innovación, resulta y resultará esencial en beneficio de la profesión farmacéutica.
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